domingo, 28 de mayo de 2017

Leonard Cohen - Traveling Light



En
1988 yo estaba en San Francisco tocando percusión en un proyecto
acústico, la banda de Penelope Houston, cuando nos enteramos de que
venía a tocar Leonard Cohen al legendario Fillmore, presentando I’m Your
Man. Fanáticos totales que éramos el acordeonista Josef Brinckmann y
yo, le insistimos a Penelope en que tratara de incluirnos en el evento.
La respuesta de la producción fue NO: Cohen no usaba teloneros en sus
shows. Sin darnos por vencidos, nos acordamos de que el Fillmore
tenía un bar de recepción con sonido y escenario, y le rogamos a
Penelope que les proponga que tocáramos ahí, separados del escenario
principal. Para ella la propuesta no era muy atractiva ya que en ese
caso no ganaríamos nada, pero gentilmente accedió de todos modos, para
darnos el gusto.


Lo que
nadie había calculado era que el espacio donde íbamos a tocar funcionaba
también como recepción y catering para los artistas.

Así fue
que mientras hacíamos la prueba de sonido de repente entra Cohen a
pleno, trajeado y con su sombrero, tomando a sus coristas Perla Batalla y
Julie Christensen en cada brazo, demás músicos detrás. Se fueron
sentando en las mesas justo delante del pequeño escenario mientras
nosotros, en estado de shock y sin saber bien qué hacer, seguimos
tocando. Enseguida vino alguien a pararnos, pero ahí nomás se lo oyó a
Cohen proclamar, con esa mezcla de tranquilidad zen y autoridad
ancestral que siempre lo caracterizó: “No, no… Let them play” (No, no...
Déjenlos tocar). Medio estupefactos seguimos, mientras Cohen y sus
músicos comían. Cada vez que terminábamos un tema, Cohen dejaba lo que
estaba haciendo y, cigarrillo en mano, subía los brazos para aplaudir.


Veinticinco años después, con Josef volvimos a ver al maestro en su
última gira. Aprovechamos para revivir una vez más, como tantas veces
hicimos, como volveremos a hacer: el día que tocamos para Leonard Cohen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario